El murciélago frutero es uno de los más grandes que habitan el archipiélago cubano (masa corporal entre 33-54 g y longitud de antebrazo entre 55-61 mm). Tiene ojos grandes y el hocico es corto y ancho; la hojuela nasal es grande y en forma de lanceta. Las patas tienen un espolón pequeño y no tiene cola. El pelaje es de color pardo oscuro, aunque existen variaciones en el color; se han observado individuos albinos. Se alimenta principalmente de frutos, aunque visitan algunos tipos de flores de manera ocasional para consumir el néctar. En Cuba esta especie se comporta como un frugívoro generalista, en áreas naturales consume los frutos de una elevada diversidad de plantas. Tiene hábitos de refugios generalistas, pues lo mismo puede utilizar los techos y otras estructuras fabricadas por el hombre, como huecos en los árboles, el follaje y las cuevas. Cuando utiliza el follaje es común observarlos colgados en pequeños grupos y en las partes más sombrías. En las cuevas esta especie ocupa las zonas más cercanas a la entrada, y en este tipo de hábitats pueden conglomerarse varios cientos y hasta miles de individuos. Las hembras generalmente tienen uno o dos partos al año y dan a luz a una sola cría. En Cuba se han observado hembras gestantes o lactantes en casi todos los meses del año. Este murciélago se encuentra por todo Centroamérica hasta el norte de Argentina, y casi en todas las islas de las Antillas. Se han descrito unas siete subespecies o razas geográficas. En Cuba se distribuye por todo el archipiélago cubano, incluyendo la Isla de la Juventud y cayos del norte. El murciélago frutero es muy abundante tanto en las zonas urbanas y como en bosques más o menos conservados.
Mancina, C. A., y L. García. 2011. Murciélagos fitófagos. Pages 135-147 en R. Borroto and C. A. Mancina, editors. Mamíferos en Cuba. UPC Print, Vasa, Finlandia.